En Estos tiempos, vivimos inmersos en este sistema, que nos lleva su vorágine del materialismo imperativo para poder ser felices, y nos imponen un estrés y distrees de vida que sin esas exigencias de estar perfectos, estamos incompletos y siempre buscamos algo más.
El yoga me trajo a mi vida y al cuerpo, un estado de mi inmediatez y principio primario de mi ser, la esperanza de vida que en esos momentos, no percibía, en la conciencia que aparece tras la práctica en la esterilla, la traía puesta en su esencia. Fue entonces donde quedó atrás parte de de mi, para comenzar un camino lleno de vivencias inconmensurables, hasta hoy.
Me postro ante mi Maestro en puro agradecimiento, Carlos Serrataco, agradezco profundamente su semilla y a todos los que en sus enseñanzas me nutrieron en sus caminos, hacia el corazón más puro del Yoga. Vivencio en cada instante, en mis clase, una tras otra, esa energía sublime y maravillosa q me enseña que me nutre, que cada ser me comparte y desde donde anida esa esperanza en mí, para donar mi esencia en ese intercambio tan hermoso, agradezco a todos mis alumnos cada entrega. Yoga, es darnos cuenta de las impurezas del corazón, ❤️ de la tierra que nos sostiene y sus movimientos con nuestro peso vital y aunque a veces parezca inútil en el fondo del ser sabemos que la semilla está germinando con entrega y amor a ello. Desde la “no” meta surge el Yoga y parten todas las ramas de ese árbol que va creciendo en sus raíces para hacerse cada práctica, más fuerte y flexible ante la naturaleza de si, en el cuerpo etéreo que percibimos de uno mismo. Desvanecer el ego es ver el lugar que nos habita y pisamos, dejar que fluya el sentir en el ser, tomando la conciencia de que la decisión del movimiento es la prueba de tu vivenciarte en el corazón creativo de tus deseos más banales de tu materia transformando tu “no” materia. Namaste 🙏